Monday, March 12, 2007

Köszönöm (léase koshonam)

Hace poco estuve en Budapest, una ciudad de la vieja Europa, de aquellas que vienen a mis recuerdos cuando pienso en el viejo continente. Una ciudad imperial, fría, agradable, amable, acogedora, rusa, ex-comunista... Mi primer contacto con Hungría ya fue positivo (no en todos sitios una amable señora te paga un billete de autobús porque sí), y eso queda reflejado en una de las únicas palabras que pude aprender de húngaro, köszönöm, o lo que es lo mismo gracias. Cuando viajo no me gusta ser un turista más. Entiendo que mi condición como extranjero me hace turista, pero no por ello quiero ser participe del turismo. Al llegar a un lugar intento pasar desapercibido, parecer uno más (aunque mi pelo castaño y mis facciones hagan saltar a la vista mi procedencia de la Europa del sur), intento hacer creer que sé donde me muevo y que no estoy perdido, intento que al entrar a un lugar pueda decir hola, por favor o gracias en su idioma, y en definitiva intento adaptarme al lugar disfrutando de él al máximo.
La verdad es que en este viaje todo fue positivo. Hay que decir que raramente encuentro cosas negativas en mis viajes pero esta vez debo decir que todo fue simplemente perfecto. Pocas veces uno se siente tan cómodo des de un inicio (recuerdo la imagen de yo sentado solo en una "terminal" del aeropuerto leyendo La Vanguardia como un húngaro más). La verdad es que coger un avión solo es una satisfacción. El sentimiento de libertad que me invade es bastante increíble y difícil de definir, pero me encanta. El ir solo provoca, muchas veces, que la gente te hable y eso acostumbra a ser algo bueno. Compartes opiniones, hablas un poco y siempre surgen aquellas preguntas, es la primera vez en (ciudad a la que vas)?, donde has estado más?, y entonces llega la gran pregunta, vas solo de viaje? Finalmente tu vecino/a se ha decidido a preguntarte si viajas solo. Y tú le respondes que no (o que sí), pero en mi caso era que no, que iba a Budapest y que me iba a encontrar con una amiga que venía de Varsóvia (rocambolesco pero bonito no?). Entonces se crea una espécie de silencio con tu vecino/a hasta que te dice la magnífica frase de, pues Budapest es muy bonito, y yo pensaba, será por algo que viajo hacia allí no? Parece entonces que queda demostrado que en este último viaje mi compañero/a de avión fue un turista más, de aquellos que sacan el mapa en medio del avión para enseñarte los lugares de interés, mientras yo pensaba, voy a disfrutar, a desconectar y sobretodo a ver a Miki (mi amiga extremeña que ahora vive en Varsóvia), o sea que señor/a vecino de avión no me importa para nada donde están los baños de Gellert o que hay en la montaña de Buda, voy a descubrir y a la aventura y si mi respuesta a la pregunta de dónde voy a dormir es no lo sé, significa que ese no es mi máximo problema, pero parece ser que para ellos/as si que era determinante.
Después de mi periplo aéreo que incluyó una parada en Roma, llegué a Hungría, y con ello llegó el recuerdo de que el invierno es una estación que todavía existe en algunos lugares del mundo, aunque muchos tengan ganas de erradicar. Estuve esperando un rato y finalmente llegó Miki a la que hacía por los menos 1 año largo que no veía (desde aquel verano irlandés). En poco rato ya teníamos lugar donde dormir (no sabía si llamar a mis compañeros de avión para decírselo y dejarles más tranquilos, pero creí conveniente no hacerlo para no destorbarles mientras miraban el mapa). Finalmente llegamos a Budapest, más concretamente a Pest, nos aposentamos y nos pusimos a caminar y a hablar, hablar y hablar. Nuestro único equipaje durante las largas caminatas por Budapest era una pequeña guía, la cual no la mirámos para casi nada, excepto para encontrar un restaurante judío muy auténtico, parecido a aquellos comedores soviéticos donde el tiempo no ha pasado y en donde las personas del local van con el típico gorro judío, y otros, al más puro estilo ultraortodoxo, con sus abrigos, barbas y gorros tan habituales entre ellos. Seguimos caminando por Budapest, como dos jóvenes húngaros más y así conseguimos encontrarnos con lugares como el barrio judío, el Parlamento, la isla Margarita, la famosa Vaci utca (o calle de las putillas, en la que por cierto vivíamos en un apartamento), y un largo etcétera de lugares. Por las mañanas comíamos bollos comprados en un super, y eran realmente buenos y por lo extraños que eran parecían ser típicos de allí. La verdad es que desconectar totalmente es algo espectacular. La sensación de no recuerdo se da pocas veces pero al conseguirla uno sabe lo que es, o mejor dicho, al perderla y recuperar otra vez el recuerdo o la conexión uno sabe lo que era la desconexión. La verdad es que Miki y Budapest provacaron esa desconexión e hicieron que un simple fin de semana se convirtiera en algo más, nuevas o viejas sensaciones recuperadas, y en definitiva en algo simplemente perfecto.
Canción para este post Parachute de Sean Lennon (que grandes son algunos hijos de).
Love is like an aero plane
You jump and then you pray
The lucky ones remain
In the clouds for days
If life is just a stage
Let's put on the best show
And let everyone know
Un beso. Kocham cie